Páginas

lunes, 21 de agosto de 2017

Esteban

     Esteban, como tantos otros, tuvo la mala suerte de acabar en manos de alguien que acabó viéndolo como un estorbo.
 
     Con aproximadamente cuatro meses, fue echado a la calle, su dueño tenía poco tiempo, citas de médico y otra perra mayor. Esa misma noche, fue atropellado por un conductor que se dio a la fuga y, por suerte, recogido por una buena persona que lo llevó al veterinario.

     Pese a haber sido recogido, la persona que lo cogió no podía quedárselo, pero gracias a que el Ilmo. Ayto. de San Sebastián había habilitado y puesto a nuestra disposición las jaulas municipales, Esteban no fue echado de nuevo a su suerte.


     Tenía mucho miedo, no tenía lesiones graves del atropello, pero no quería ni probar el pienso. Por casualidad, nos dimos cuenta de que, en realidad, estaba muerto de hambre, pero hasta el momento, solo había probado sobras de comida casera, por lo que hubo que mezclar su pienso para que se acostumbrara. No sabía caminar con correa ni hacia sus necesidades donde debía, al fin y al cabo era un cachorro al que nadie había hecho caso ni prestado atención, hasta ahora.
 

      Junto a él, en la misma jaula, había otro cachorro de podenco que tuvo la suerte de ser adoptado, por lo que Esteban se quedaría solo, su cuidador hasta el momento sintió pena y decidió darle un hogar temporal en su casa.



     En ese momento, Esteban conoció lo que de verdad significaba vivir en un hogar, salir de excursión, ir a la playa, recibir cariño en el sofá... Convivió con otros dos perros que le enseñaron lo que era jugar y hacer gamberradas. Aprendió lo que era dar y recibir cariño y amor.













     Tras seis meses, llegó la noticia, una familia alemana lo adoptaba, fue una mezcla de sentimientos, alegría, pero también pena por la separación después de medio año de convivencia.

     Pese a estar un poco asustado al principio, enseguida encontró su sitio y se hizo un hueco en el corazón y en el hogar de su nueva familia. Pasó de ser Esteban, el perro abandonado y recogido, a ser Odín, un bicho feliz que nunca más sería abandonado.












     Sin embargo, pese a la pena que da verles marchar, siempre queda el consuelo de que con la marcha de uno a un buen hogar, se puede ayudar a otro que esté sufriendo a llegar a su hogar definitivo, donde no le falte el amor y el cariño que todo ser merece.

No hay comentarios:

Publicar un comentario