Su primera noche la pasó en la azotea de la persona que la encontró, a la espera de que su dueño la reclamara. Pero nadie parecía conocerla.
Pronto se ganó el corazón de todos los de la protectora, pero al parecer, nadie se fijaba en ella. Fueron pasando los meses y cada vez Tula estaba más angustiada y ansiosa cada vez que los voluntarios se marchaban y se quedaba sola. Comenzó a romper su jaula y a escaparse, estando varias veces en riesgo de ser atropellada.
Cuando ya empezábamos a desesperarnos, barajando refugios y otros lugares más seguros para Tula, después de meses de espera, encontró casa en Alemania.
Verla partir después de tanto tiempo con nosotros nos partía el corazón, pero al mismo tiempo, nos llenaba de alegría que la loca de las jaulas hubiera encontrado un hogar, un sitio en el que no tuviera que volver a sentirse angustiada por ver que la dejaban atrás, un hogar en el que recibir los mimos que tanto le gustan, y con otros perros con los que jugar. Todo lo que siempre le encantó hacer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario